¿Un fertilizante secreto?

Investigadores de la Universidad de Almería consiguen un biofertilizante a través de los desechos de la tomatera.

Es el fertilizante perfecto: Reduce el consumo de agua en cada planta, mejora la fertilidad del suelo, es menos costoso y menos contaminante.

 

El fertilizante perfecto que mejora la producción de los cultivos y reduce costes ha sido desarrollado por un equipo de investigación de la Universidad de Almería. Lo han conseguido mediante los desechos de la planta del tomate creando así un biofertilizante más barato y sostenible que los tradicionales.

La clave para conseguir el fertilizante perfecto

Como definen los expertos, los abonos orgánicos son sustancias que están constituidas por desechos de origen animal, vegetal o mixto que se añaden al suelo con el objeto de mejorar sus características físicas, biológicas y químicas. Estos pueden consistir en residuos de cultivos dejados en el campo después de la cosecha, cultivos para abonos en verde (principalmente leguminosas fijadoras de nitrógeno), restos orgánicos de la explotación agropecuaria (estiércol, purín) y restos orgánicos del procesamiento de productos agrícolas, entre otros.

Esta serie de materiales nutritivos consiguen mejorar la estructura del suelo y la formación de agregados, permitiendo una mayor retención de agua, así como el intercambio de gases y nutrientes a nivel de las raíces de las plantas.

La clave para conseguir el fertilizante perfecto está en un tratamiento térmico que se aplica a los restos de cultivo del año anterior, que habitualmente se descartan en centros de gestión de residuos. Este proceso también consigue reducir el consumo de agua que realiza cada planta y además mejora la fertilidad del suelo.


Un fertilizante totalmente ecológico

El problema habitual que presentan los fertilizantes tradicionales es la degradación de los suelos agrícolas, los malos olores y la contaminación de acuíferos, algo que se podría reducir en gran medida sustituyéndolos directamente por la llamada ‘enmienda orgánica’, elaborada con restos de tomateras.

Este biofertilizante es totalmente ecológico y obtiene los mismos resultados que los abonos industriales a la vez que resulta menos contaminante. Además, puede emplearse cada siete meses, coincidiendo con los periodos de cultivo habituales de la agricultura almeriense.

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